Y puedo jurar
que no me quedaban ganas
de mirar a nadie más.
En ese preciso momento
entendí que los ojos;
siempre, siempre le pertenece
a la persona que los hace brillar…
Aquí les comparto todo lo que me hizo aprender el tiempo y la vida. Bienvenido a mi mundo, donde toda la gente sonríe en el mismo idioma, donde la sencillez enamora, los besos se dan con ganas, las verdades se gritan a la cara y los abrazos, se dan por la espalda. Si te sientes cómodo con eso, entonces quédate.
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